Santa Marta: Una perla difícil de encontrar


Cuándo llegué a Santa Marta por primera vez, en Diciembre del 2013, la ciudad caribeña no me ha llamado la atención. Como la mayoria de los viajeros de mochila, la vi como un destino de pasaje para visitar el Parque Tayrona y La Guajira que, desde entonces, quedo mi departamento favorito en Colombia, gracias a la magia de los Wayuú. 

En esa época había pensado que el hecho de haber quedado en un hostal distante del centro histórico había influenciado esa falta de conexión con la ciudad. Aún llegué a visitar el centro, pero lo único que había guardado en la memória fue el caos super-ruidoso de la Carrera quinta, donde se vende de todo que uno puede necesitar, por lo menos una vez en la vida. 

En esa época, los edifícios del centro histórico estaban necesitados de un maquillaje, de tan abandonados a la suerte. El malecón estaba igualmente abandonado y no entendía por qué esa zona con una bahia tan bonita que seria supervalorizada en cualquier otra parte del mundo, hubiera quedado en el olvido.  

A pesar del clima caliente y del mar que tanto aprecio, no encontraba motivos para cambiar mi nevera cultural Bogotá, por Santa Marta, conocida como la perla, que no lograba encontrar. 

Pasados precisamente cinco años, aterricé nuevamente en el aeropuerto Simón Bolivar, el 3 de Diciembre del 2017. Esta vez no llegaba con la curiosidad de visitante, sino con la convicción y una dosis extra de flexibilidad de alguien que había escogido ser nueva habitante de la Samaria, la ciudad donde murió El Libertador.

Santa Marta, la mágica, aunque esté en la costa caribeña y tenga un clima fantástico de verano todo el año, no es tan fácil al primer contacto. Los samarios son conservadores y no se abren fácilmente, creo que debido a su historia de saqueo constante por los forasteros en el pasado. 

La ciudad tiene una energía especial, siento que debido a la protección espiritual de los indígenas de la sierra que cuidan su território y supieron protegerlo de los españoles resistiendo a punto que los invasores desistieron y se mudaron para Cartagena a fundar otra ciudad donde tendrían el domínio total. 

La primera ciudad fundada en Colombia tiene una contrastante história de bonanza y masacre. Y esas memórias pueden estar intrínsecas en el cuerpo de los Samarios, dueños de una gran riqueza humana y diversidad etnica, resultado de um crisol de razas y culturas, como la Indígena, la Africana y la Europea. De eso se obtuvo ese interesante mosaico multiracial, que debería ser aprovechado como caso de estudio de lo que es un hogar para todos.    

A nadie que tenga los sentidos esmerados le pasará desapercibido esa interesante gama de personalidades que andan por la calle y que asoman a cada segundo su inabarcable sonrisa para darle al visitante la “bienvenida a la bahia mas linda de América”, para vender un jugo de fruta o lanzar el coqueteo creativo caribeño. Bueno, no siempre es creativo, no siempre es positivo.

La verdad es que la alegria pura existe, es una felicidad contagiosa que en segundos puede cambiar radicalmente para una pelea, muchas vezes motivada por algo sin importancia. Vuelvo a la contrastante historia de bonanza y masacre cuyas memórias podrán influenciar los cámbios de humor de los Samarios, aunque inconscientemente. 

Otra verdad es que he hecho más amigos en la calle que en otros puntos donde se suponía más adecuados para crear amistades. Desde los vendedores ambulantes que saben mi nombre y conocen mis gustos y preferencias con respecto al producto, tratando siempre de agradarme; algunos cobradores de las busetas siempre me escogen el mejor puesto; los vendedores de las tienditas cuya simpatia y autenticidad me hacen preferirlas a los supermercados. He hecho amigos meseros y/o dueños en vários restaurantes que se volvieron mi segunda casa durante mi primer trimestre samario, dedicado a conocer la ciudad, la economia, los rincones, los alrededores, la gastronomia y la gente.    

Santa Marta de hoy está más cuidada que hace cinco años. Gran parte de los edifícios cuya arquitectura es predominantemente republicana, con apenas un piso, techo altísimo y patio interior, ha sido restaurada y devolvida su charme. Se notan muchos más extranjeros viviendo en la Samaria que en 2013, y un aumento proporcional de restaurantes que abrieron los propios, en el centro.

Sin embargo, el centro histórico aún no está preparado para los aguaceros intensos que, en un par de horas transforman las calles en rios con pequenas olas transportando la basura dejada en el piso por descuido. Los samarios, acostumbrados a este ritual, no se dejan intimidar, por lo contrario: se quitan los zapatos y caminan por eses rios con el agua turbia casi alcanzando las rodillas. Los emprendedores de la calle pronto crean un sistema de puente a traves de piedras o palos, para que la gente cruce las calles a cambio de una retribución.        

Las temporadas altas son épocas que no dejan otra opción a uno sino huirse de la ciudad y de todas las playas al rededor. Todos eses puntos, invadidos por turistas nacionales de diversas partes del país, se vuelven un infierno que no sabría describir con palabras. Bendecidos los que viven en los sitios secretos aún protegidos de la invasión turística. 

Cuándo disfruto un atardecer en la bahia de Santa Marta, me siento como si estuviera del otro lado del Atlántico en mi Cabo Verde. Muchas similitudes con la hermosa bahia de Mindelo, desde el Morro que se asemeja al “Djeu”, el atardecer criollo, la filosofia de vida, la presencia del puerto que ha contribuido fuertemente para el mestizaje de la población. Es impresionante la cantidad de caras samarias que identifico con gente de bairros de Mindelo, de tan igualitos. 





Santa Marta no le saca el viudo a uno, de una. Le dá tiempo, le observa, le analisa a uno. 

Solamente seis meses después de mi condición de fiel Samaria me llegó la loteria de probar el delicioso mote de queso. Así tuve la oportunidad de apreciarlo como si fuera la sensación mas increíble del planeta.

Al tercer trasteo, tuve la felicidad de vivir en una casa literalmente de película, donde me despertaba con el cine, encuadraba mis visualizaciones en el desayuno, actualizaba los planos jugando con la luz y dormia montando mis escenas del dia. Vivia adentro de una película, muchas veces era comédia, otras un drama, otras veces aventura y hasta lograba mezclar los géneros. El apetito por el cine me fue reavivado por la energia dejada en cada mueble, detalle de decoración y películas independientes, por el director de cine, dueño de ese  hogar de séptima arte.  Espero un dia conocerlo personalmente para comentarle como me ha cambiado la vida, sin saberlo. 

El tiempo que le dedique a la Samaria me dió el privilégio de pasarme las tardes escribiendo con una inspiración y determinación jamás conocidas antes, en el escritório que perteneció al inmenso escritor Álvaro Cepeda Samudio. Solamente más tarde, cuándo tuve conocimiento de esta bendición, entendi por qué la mayoria de las veces el boligrafo me sorprendía como si quisiera escribir solo, de tanto afán. 

Así que cuándo una de mis amigas visitantes me preguntó, en Enero “por qué fui capaz de cambiar la fantástica Lisboa por la aburrida Santa Marta” yo no fui capaz de contestar con ejemplos concretos, sino con la magia que me hacia sentirme en casa, sin saber los motivos.

Me acordé, algun tiempo mas tarde, que había escogido Santa Marta para mi nuevo hogar por el buceo, por la inmensa naturaleza alrededor, pues en menos de una hora uno se cambia del ambiente costeño a la montaña de la sierra nevada de las cuatro etnias indígenas. 



  • En apenas 40 minutos se alcanza Minca, un paraíso en la montaña, cuyo delicioso silencio es la tónica para apreciar las vistas deslumbrantes de una naturaleza increíble, dibujada por diversos niveles de montañas con densa vegetación, desde donde se divisa el mar caribe contrastando con el verde inmenso. Minca es muy apreciada por los aventureros, pues ofrece diversas caminatas, cascatas y aun se puede consentir el palato en las fincas de plantaciones de cafe y/o cacao de la Sierra Nevada. El atardecer, cada día diferente, es un espectáculo de la naturaleza cuyas palabras adecuadas para describirlo aún no fueron inventadas. 

  • En otros 40 minutos, pero en la dirección Este, se encuentra Bonda, un lugar especial como Minca, pero no turístico, aún virgen. Bonda ofrece el rio con el mismo nombre, caminatas por la naturaleza inmensa donde el único sonido que se escucha es el cántico de los pájaros y grillos. Aún ofrece preciosos secretos que solamente el tiempo le permitirá a uno descubrirlos a través de la gente local, orgullosa de su pedacito de paraíso. Algunos artistas se mudaron del centro de Santa Marta para Bonda, pues ahí logran usar su creatividad y inspiración sin distracciones de la ruidosa Samaria. Pues la creatividad viene desde adentro, de nuestro centro, así que se vuelve difícil agarrarla en un ambiente ruidoso (de ruido, de gente, de distracciones por lo general).



  • En una hora en bus se llega al Parque Tayrona donde se disfruta de increíbles playas vírgenes, cuyo acceso es por inolvidable caminata por la selva. Pasar por lo menos una noche en el parque vale por el atardecer y amanecer únicos, que se quedan en la memoria por tiempo indeterminado.




  • En 1,5h-2h en bus tenemos los paraísos verdes Buritaca, Don Diego y Palomino rodeados por rios con eses mismos nombres y que llegan al Mar Caribe. Todos son mágicos por su esplendor y por la presencia de los indigenas de la Sierra Nevada. 




  • En 4h en bus hacia Este se llega a Riohacha, la capital del Departamento de La Guajira. Desde allá se visita Cabo de La Vela, el Desierto de Taroa, Punta Gallinas y las rancherías de los Wayúu, la etnia indígena que me ha robado el corazón desde que he visto la película documental "La eterna noche de las doce lunas" y conocido personalmente su directora Priscila Padilla en Octubre 2013, en el Festival de Cine de Bogota. 




  • Desde Riohacha se puede ir a Maicao (2h en bus) a comer el mejor chivo en coco o pasar la frontera Paraguachón rumbo a Venezuela. Debido a la situación actual en Venezuela, no se recomienda hacer este cruce por motivos de seguridad, aunque lo he hecho así mismo y se encuentra en la lista de mis viajes más especiales. Esa aventura deliciosa será compartida en un texto dedicado. 




  • En 3h en bus hacia el Sur se llega a Valledupar, el otro lado de la Sierra Nevada y a tan solo 1h en bus en el mismo camino se llega a Aracataca, pueblo donde nació Gabriel García Márquez. 




  • En 2h en bus se alcanza Barranquilla, la tierra de Shakira, que solamente recomiendo para el carnaval. La he dedicado algunos intentos pero realmente es la única ciudad colombiana que no me atrae ni un poco. Quizás necesita tiempo, aún mas que Santa Marta.




  • En 4h en bus se llega a Cartagena la fantástica, la ciudad mas turística del pais y que invita a un viaje en el tiempo.




  • En 40 min en bus se llega a Ciénaga Grande, donde se puede visitar la Nueva Venecia, un pueblo flotante lleno de história y viviendo actualmente con problemas debido al desvío de las aguas. 



Santa Marta no se resume al Parque Tayrona, como miles de turistas la ven. Como a todas las ciudades menos óbvias, hay que dedicarle tiempo, para aprender a vacilarla.

Pues la Samaria tiene el poder de atrapar a uno, paso a paso, magia a magia, sin apercibirse. Hay quienes solo se dan cuenta luego de dejarla. 

Que no se olvide que las perlas son difíciles de encontrar, de tan únicas y valiosas.




Santa Marta, Magdalena, Colombia

Octubre 2018

Comentários

Mensagens populares