Hasta pronto, Colombia

Por la primera vez, me desafío a escribir en español, ya que estas palabritas las dedico a mi familia colombiana.

Como a cualquier gitana asumida, llegó la hora de partir y buscar otra aventura. La única certidumbre sigue siendo la misma de siempre: la magia de la entrega, sin filtros, a una experiencia nueva.

Desde que aterricé en el aeropuerto El Dorado en Bogotá, el 26 de Mayo del 2013, me entregué a la cultura, a la forma de estarse colombiana.

Hoy hablo con diminutivos "paisas", no sé vivir sin la licuadora y jamás pensé que podría extrañar a los carbohidratos que siempre he evitado cuándo me los presentaban tres distintos y sonrientes en el mismo plato.

Me entero que será muy difícil vivir sin el "septimazo", donde he recorrido miles de kilómetros caminando siempre sin rumbo, aunque me eran regalados programas especiales del improviso. En qué ciudad se vive intensamente en la calle como en esa zona de Bogotá? Una mezcla de olores, colores, ruidos, "slogans" bastante creativos de venta de frutas y jugos, juegos diversos, las apuestas con las carreras de los "hámsters", los Michael Jackson´s bailando todos los días, los viejitos comprobando que la mejor salsa Bogotana se baila en la calle, la patilla que durante 2 meses pensaba que significaba "tajada", ya que la conocía como sandia, el "medico tradicional" que presenta la formula mágica para combatir la eyaculación precoz a una platea de hombres y mujeres igualmente interesados, el campeonato reñido y diario de ajedrez, el mercado de pulgas que nos regala siempre una sorpresa agradable, la cinemateca que nos ofrece festivales de cine extranjero a un precio simbólico y donde pude disfrutar de interesantes películas y documentales colombianos (...), y tantos más eventos que se nos clavan con tal intensidad en nuestra piel que no tenemos alternativa sino asumirnos como recién "cachacos".

En Bogotá me querían artista. Me sentían artista. He pasado por percusionista, artista de teatro y de cine, bailarina, cantante de jazz y otras más variantes que me hacían siempre reír en el primer instante y reflexionar en los momentos posteriores. Me abordaban en la calle y tiendas con esa curiosidad, pero llegué a la conclusión que era mi pelo, siempre con la actitud libre y salvaje, el que les transmitía la sensación artística. 

Los miles de "grafittis" que admiraba en todas mis caminatas por la ciudad me harán falta, pues lograba tener una conexión inmensa con ellos. Cada uno me transmitía algo que a veces era lo que me gustaría escuchar en ese momento.

Desde que llegué a Bogotá tuve el privilegio de vivir en las zonas que más me encantan. En La Candelaria empecé a entender el motivo por lo cual Colombia había sido el país favorito para docenas de viajeros que viajaron al rededor del mundo.

En La Macarena vivi casi toda mi estadía, donde hice amigos para la vida. Conocida como el "Soho" de Bogotá, me atrevo a decir que es mucho mejor que el barrio nueva-yorquino, aunque lo he visitado apenas de paso. La Macarena, donde se encuentra la librería mas peculiar e acogedora de Bogotá (LUVINA), es un libro de sensaciones y sorpresas que se nos presentan meticulosamente. Además, existen colombianos! Y los extranjeros que allí llegan pronto se convierten, aunque utilicen la expresión italiana "allora" del Maestro Umberto Giangrandi, convencidos que están hablando un castellano bogotano.

Llegar a La Macarena fue posible gracias a mi primer compañero de piso, Pedro Pablo, que desde el primer instante me abrió la puerta de su casa como si se tratara de un familiar cercano. Iván siguió la amabilidad bogotana que muchos colombianos dicen no existir en la capital, desde mi trasteo hacia el ultimo momento.

Extrañaré la ciclovía que todos los domingos y festivos me hacía feliz trotando por una hora y casi 9 kilómetros, mientras admiraba el movimiento único y más atractivo que algunas obras de teatro. Extrañaré las arepas de choclo y el queso campesinoExtrañaré las frutas exóticas, el ajiaco, las empanadas y el pan de yuca de Tolima. Extrañaré la carrera segunda, a partir de la Plaza Chorro Quevedo. Extrañaré el Parkway donde tuve una rica experiencia profesional. Extrañaré el Parque de la Independencia, la extension de mi casa. Extrañaré el Cerro Monserrate con lo cual hacía mis meditaciones a partir de mi ventana al amanecer. 

Extrañaré los taxistas que me creían puertorriqueña y las charlas interesantes que se desarrollaban en el recorrido. Extrañaré las busetas que eran mi transporte favorito, ya que todos los viajes pronto se volvían una obra artística del improviso y de la autenticidad de la gente.

Extrañaré las expresiones muy colombianas, como "con mucho gusto", "qué pena contigo", "a la orden", "muy amable", "que estés bien", "que te vaya bien", "listo!", "mi reina","re bacano", "chévere" (...).

Extrañaré La Guajira, el desierto, los chinchorros y los Wayúu. Extrañaré la energía de Palomino y las playas de Tayrona. Extrañaré Capurganá, las caminatas y sus mangos dispersos en el suelo. Extrañaré Sapzurro, el mar increíble y el sendero hacia Panamá. Extrañaré Caño Cristales y la actitud brava de los habitantes de Meta. Extrañaré Cali, donde logré bailar la mejor salsa en toda mi estadía colombiana. Extrañaré Salento, una perla en el Eje Cafetero. Extrañaré San Agustín y el Desierto de TatacoaExtrañaré Garzón y la fantástica familia Chavarro. Extrañaré Cartagena, Isla Barú y Barranquilla. Extrañaré Medellin, el metrocable y los paisas. Extrañaré Bogotá, mi tercer casa en el Globo. 

Extrañaré la Casa Portuguesa y sus anfitriones, Cristina y Alberto, dos personas fantásticas, dos artistas especiales.

Extrañaré a mis compañeros y mi prof. Cristian Valencia por tan ricos momentos compartidos en el curso de escritura creativa.

Extrañaré a mi familia colombiana, especialmente los que siempre estuvieron cercanos. Beta, Victor, Camila, Kate y LuzKa, Joana, Umberto, Carlos T., Victor P., Jorge, la familia "tuga" más espectacular de Bogotá (los Catarino), Pedro Pablo, Lorena y Guancho, Bernardo, Iván, Daisy, Cila, (...).

Lo único que no me hará falta es entrar en un transmilenio en hora pico, donde pude constatar que la simpatía de la gente es violentamente sustituida por una increíble actitud salvaje.

Además, tuve el privilegio de recibir las visitas de los míos, que me llenaban de buena energía. Mi querida Juanita.com, con quién he compartido un mes y medio inolvidable; mis manas argentinas Vicky y Gaby que me llevaron la buena onda "che" y mis reinas que me ayudaron a cerrar con llave de oro, este ciclo colombiano: mi mamá, mi tia Alice y mi prima Zen.

Como he tenido oportunidad de compartir en mi post de hace casi un año, http://nagoia.blogspot.pt/2013/08/retrato-de-bogota-com-lentes-crioulas.html
Colombia me educaba todos los días. La amabilidad que los colombianos nutren por los extranjeros es algo inspirador. 

Sin embargo, tengo un mensaje a todos los colombianos, pues me gustaría ver esa misma amabilidad, solidaridad, aceptación, disponibilidad para ayudar el próximo, entre los colombianos. Estoy convicta que es la diferencia marcada por el mestizaje, la llave para seguir adelante. Un pueblo mestizo tiene más riquezas interiores, ya que es el resultado de muchas influencias. Hay que saber usarlas. Colombia necesita de ustedes, caminando a mano. 

Hasta pronto!


Juan, Parque Tayrona







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